En estos días tuve una interesante conversación con mi nuevo jefe, quien me abordó de forma muy inteligente sobre un tema que no me había atrevido a hablar con nadie diferente de mi yo del espejo y mi cerebro: cómo le perdí el miedo a la incertidumbre laboral.
Tengo 26 años y todavía me pregunto cómo lo logré. Hice un análisis de las cosas que me han llevado a sacudirme estos miedos profesionales y quiero compartirlos contigo por que se me ocurre que a lo mejor, has estado o estás ahí y no sabes cómo superarlo.
1. Miedo a fracasar como profesional
Era 2014, terminé mi práctica en un reconocido medio de comunicación escrito en la ciudad, y no me quedaron ganas de volver a hacer periodismo (en la vida). Ahí sentí el vacío más grande de mi existir: no estaría en televisión como quería mi abuela, no sería la escritora que le prometí a mi abuelo, y tampoco sería famosa, como muchos creyeron cuando dije que estudiaría Comunicación Social. «Sorry mamá, no estaré en CNN, como te prometí que haría cuando terminara comunicación» y eso, por que la cámara de video me odia.
Era julio de 2014 y no hallaba qué hacer con mi vida, faltaban cuatro meses para mi graduación y nadie querría darle trabajo a una comunicadora sin más experiencia que seis meses en prensa. Fatal. Gracias a la ayuda incondicional y a la fe que me inculcó en mi misma un ser maravilloso que me acompañó en este vacío existencial, entendí que los comunicadores no solo somos periodistas. Tenemos la herramienta más poderosa del mundo que es la expresión verbal o escrita y eso nos hace invencibles en donde sea que estemos.
Conclusión: a veces nos parece que nuestra carrera no puede reinventarse, y la verdad es que sí puede. No solo es tocar fondo, sino hacer un ‘twist’ obligado mirando tus talentos y llevándolos al límite.
2. Mi marca personal
No tenía ni idea de qué era eso hasta que empecé a leer sobre el tema y encontré lo que para mí sería una luz: The brand Called You, de Tom Peters, de donde básicamente aprendí que la mayoría de las empresas no explotan los talentos natos de sus colaboradores sino que solo se dedican a explotar al ser humano que se tiene que sentar 8 horas seguidas quizá a hacer un trabajo con el que no está conforme pero le toca conformarse para ganar unos pesos.
Sin trabajo estable, solo un ‘freelance’ en lo que no me gustaba que era la comunicación organizacional, y haciendo de tripas corazón para no fracasar en ese campo, empecé a arañar los inicios de mi marca que ha mutado por muchas cosas: escritora de poesía (si se quiere…), reportera gráfica o fotógrafa de mis amigos, tutora de escritura, sorprendentemente: community manager y luego, sin pensarlo, una curiosa de la comunicación interna… Por último, y más sorprendente que ser community, ser estratega digital, valiéndome de lo que detestaba: la tecnología. Encontré el dulce placer de mi carrera como creadora de contenidos para las redes sociales y portales web. Y ahí me quedé. Me enraíce.
Empecé a investigar a «la pesada» del marketing digital y me encontré con portales maravillosos como Hubspot y personajes muy interesantes: Vilma Núñez y Maïder Tomasena.
Lectura recomendada, Hubspot: 9 hábitos que creadores de contenidos exitosos
¿Por qué? En todo ese tiempo que fue casi un año y medio de maduración, me la pasé experimentando de un lado para otro dibujando a diario una línea de horizonte cada vez más contundente: comunicar efectivamente para lo que fuera -de manera mágica, vender-, haciendo lo que desde mis 11 años me ha apasionado: escribir. (Lecturita: ¿por qué deberías escribir tu propio contenido?)
Conclusión: por ahí dicen que el que no sabe para donde va, cualquier bus le sirve. Si aún no encuentras tu marca personal, haz una lista de todas tus cualidades profesionales y busca encontrar una similitud en ellas, así podrás construir un piso firme sobre el cual vas a empezar a poner toneladas de conocimiento para ponerlas al servicio de otros.
Para una lectura rápida, de mis inicios: la marca personal en redes sociales, sí importa.
3. Dar el salto de fe
Esta es de las cosas que más me costó trabajo. En tres años crecí como profesional en un solo lugar de trabajo y en mis ratos libres hacía ‘freelance’ para probarme en otros campos. ¿Cuáles? Educación y mentoría.
2018 fue un año turbulento de cambios rápidos que asestaban golpes cuando no los esperaba. Y casi me dan el ‘knockout’ por no escuchar mi voz interior que me decía que el último cambio del año estaba relacionado con un salto de fe.
Habiendo superado el miedo a fracasar como profesional y tener una marca personal construida, basada sencillamente en relaciones públicas (porque como dice mi mamá: «mija, mejor amigos que plata»), liberé al Kraken que había en mi y abrí la última puerta que necesitaba: buscar lo que realmente me hiciera feliz.
Esta búsqueda inició desde lo más entrañable de mi ser. Nadie va a hacer las cosas por ti, así que el día que te sientas aburrido con tu vida, no es por que la vida «te trate mal» sino por que no has tenido claro algo que te haga feliz y no has salido a buscarlo.
¿Qué me hace feliz? Trabajar en equipo. Lo descubrí al trabajar sola y frustrarme por no ver resultados; motivo por el cual decidí dar el salto de fe.
Conclusión: una vez te acostumbras a la comodidad pero a lo lejos brilla una bella posibilidad de algo mejor, ¿te quedas acomodado o le das la oportunidad al brillo a lo lejos? Claramente, analizando riesgos, pros y contras, pero ¿cuánto lo piensas para dar el salto?
Libro recomendado (que me ha cambiado mi perspectiva sobre la vida): la semana laboral de 4 horas, Timothy Ferris.
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No esperes a que alguien más te diga que tienes que sacudirte ni a que llegue la musa de la inspiración para decirte qué es lo que haces mejor en la vida. Siéntate un día a enumerar tus talentos, elige el que más te gusta y empieza a pulir ese diamante que llevas por dentro.
Más allá de que esto sea un texto motivacional, estoy haciendo lo que mi jefe me dijo que compartiera algún día: ¿cómo superaste el miedo a la incertidumbre laboral? Una posible respuesta dividida en tres pasos.